Las pruebas rápidas son métodos diagnósticos que permiten detectar enfermedades o condiciones de salud en poco tiempo, generalmente entre 15 y 30 minutos. Son fáciles de usar, requieren mínima infraestructura y se utilizan para identificar infecciones, anticuerpos, o condiciones específicas de manera rápida y eficiente, tanto en laboratorios como en entornos clínicos o de campo.